Desayuno lo que encuentro, tal vez un bocado antes del almuerzo, un almuerzo que me deje lleno, cenemos café con galletas…
¿Qué pasaría si nos detuviéramos un momento para pensar mejor qué vamos a comer? ¿Qué pasaría si dejáramos de ver al alimento como una solución para dejar de sentir hambre?
Darle a tu sistema lo que necesita, consciente y constantemente te va a devolver el esfuerzo. ¡Tu cuerpo te lo va a agradecer!
Revisa tus impulsos, siente lo que tu cuerpo te dice.
Empieza mañana al levantarte: ¿Te sientes inflamado, pesado, sin vigor?
Puedes sentirte mejor. Elegir los alimentos correctamente te va a ayudar. ¡Te lo aseguro! Hazlo a diario.
Toma un nuevo enfoque y síguelo. Síguelo como si tu vida dependiera de ello. ¡Y puede ser que así sea!
Déjate sorprender por tus propias capacidades.
Hoy te invito a revisar tu enfoque, tus decisiones cuando vas a comer y a cambiar una de ellas. Podría ser el cambio más efectivo que hagas para ayudar a tu cuerpo a darte todo lo que pides de él.